La independencia: recepción de ideas y construcción de mitos
Lisímaco Parra Paris (ed.)

Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 2012. pp. 329.

Edwin Cruz Rodríguez
Universidad Nacional de Colombia, Bogotá - Colombia
E-mail: ecruzr@unal.edu.co
Candidato a Doctor en Estudios Políticos y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Colombia. Entre sus principales áreas de trabajo se encuentra: Teoría política contemporánea, historial conceptual, historial conceptual del federalismo en Colombia.

Esta obra reúne ocho trabajos producto del simposio sobre el bicentenario de la Independencia, presentado en el Tercer Congreso de la Sociedad Colombiana de Filosofía, que tuvo lugar en la Universidad del Valle entre el 19 y el 22 de octubre de 2010. La mayoría de los autores son filósofos o cuentan con formación en filosofía y todos los textos tienen una orientación conceptual más que historiográfica, esto es, se ocupan de examinar distintos problemas del pensamiento referidos a la Independencia. Como afirma su editor, el profesor de la Universidad Nacional de Colombia Lisímaco Parra, las contribuciones "no provienen de historiadores profesionales", más bien parten de los hallazgos de los historiadores para proyectar sus reflexiones (p. 10), bien sobre el contexto de la Nueva Granada, bien en otros ámbitos espacio-temporales, pero siempre en relación con lo que significa el proceso de Independencia para el presente.

En el capítulo primero, Andreas Boeckh, profesor de ciencia política en la Universidad de Tubinga, aborda las relaciones de encuentro y desencuentro entre Europa y América Latina en los dos siglos de independencia. Desde América Latina, la representación de Europa ha sido ambivalente. Tal ambivalencia se expresa, de una parte, en el trauma del colonialismo y el imperialismo, y de otra, en el hecho de que Europa ha constituido el modelo de desarrollo y modernidad a seguir. Para el autor la región se ha caracterizado por los errados esfuerzos por adaptar las formas de modernización europeas y norteamericanas y la imposibilidad de construir una identidad con un modelo de desarrollo y modernización propio. Estos siempre se han planteado por las élites como un proceso que excluye la mayoría de la nación, percibida como un obstáculo dada su diferencia en relación con el ideal europeo.

En el capítulo segundo, el abogado y sociólogo Oscar Julián Guerrero examina la relación crítica de Andrés Bello con España y su herencia cultural Según el autor, la ambivalencia que caracteriza esa relación no puede explicarse al margen de las distintas coyunturas en las que Bello manifestó su posición al respecto: en el momento de la Independencia parece asumir una actitud monarquista, una vez consolidado ese proceso -en el contexto de la fundación de las nuevas naciones- rechaza el antiespañolismo y reivindica el valor del legado cultural de la Colonia desde una perspectiva no conservadora.

Seguidamente, Juan Guillermo Gómez, abogado y filósofo, profesor de la Universidad Nacional sede Medellín, analiza "la independencia literaria en Hispanoamérica", el anhelo por una suerte de emancipación estética de las formas hispánicas, una autonomía literaria o "búsqueda de la propia expresión" (p. 108) permanente en estos dos siglos de independencia. Para ello, interpreta principalmente La Biblioteca Americana (1823) y El repertorio americano (1826-1827) publicados por Bello y García del Río en Londres, con el objeto de formar una idea de Hispanoamérica y una comunidad de lectores a partir del cultivo de las letras clásicas y la reivindicación de las formas de expresión latino-peninsulares, como condiciones para formular una particularidad americana. Su análisis también se detiene en la Asociación de Mayo de 1837, en la Argentina de Alberdi y Echeverría, que darían paso a la lectura de la realidad bajo la dicotomía civilización/barbarie y, al mismo tiempo, un antihispanismo, que finalmente se realiza con un gran ingenio expresivo en Sarmiento.

En el capítulo cuarto, el sociólogo, magister en ciencia política y profesor de la Universidad de Antioquia, Rafael Rubiano, pregunta por el papel de las ideas en la revolución hispanoamericana, un aspecto que en comparación con revoluciones como la francesa no ha sido suficientemente investigado, a partir de ciertas reflexiones metodológicas del historiador argentino José Luis Romero. El autor resalta los llamados de Romero a superar la tradicional historia política para construir representaciones del pasado en las que dialogara la historia social, cultural y política en una perspectiva interdisciplinar, tomando la región como objeto de estudio, sin extrapolar mecánicamente los modelos de análisis de las revoluciones europeas y, sobre todo, concibiendo las ideas como "mentalidades" más que como ideologías, lo que a la postre le permitió destacar la influencia de las ideas de la Ilustración española en este proceso.

Luego, el filósofo e investigador del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad Libre de Berlín, Carlos Rincón, estudia la articulación entre "pinturas fundacionales" y el "mito patriótico" en Colombia. Se concentra en particular en los "retratos" de Pablo Morillo y Simón Bolívar que hizo en la época de la independencia José Pedro Figueroa. Para Rincón, la pintura "Simón Bolívar. Libertador i Padre de la Patria", es un mito fundacional de la nación colombiana: "Los cuadros de Figueroa contribuyeron a tejer y se entretejieron en el entramado de lo que llegaría a ser esa narración conocida y aceptada por todos, con la que iban a adoptarse maneras de percibir, de imaginar, de interpretar: el mito fundacional colombiano" (p. 185).

En el capítulo sexto el profesor Lisímaco Parra examina la recepción de la independencia de Estados Unidos y su ideario en la Nueva Granada durante la época de la independencia. Su interpretación se funda en una rigurosa reconstrucción de las discusiones de la Revolución Americana, particularmente de la distinción madisoniana entre federación y confederación, y los distintos momentos en que éstas formas políticas se instituyen. Ese debate estuvo presente de una forma particular en la primera fase de la revolución de Independencia, o "Patria Boba", en autores como Miguel de Pombo, Vicente Azuero y Antonio Nariño, quienes de acuerdo con Parra tenían nociones muy vagas: "bajo el nombre de federación, siguieron leyéndose los contenidos propios de la forma de organización confederada" (p. 241). En otros términos, los criollos desconocieron las diferencias entre una y otra, así como los distintos momentos de la revolución norteamericana.

Posteriormente, el pensador español y Director del Centro de Comunicación Científica con Iberoamérica en Tubinga, Rafael Sevilla, realiza una interpretación de la cuestión de la identidad de lo que denomina el "territorio de la mancha", nombre extraído de El Ingenioso Hidalgo, como una metáfora de la Comunidad Iberoamericana de Naciones. Su contribución se cuestiona por aquello que hay de común entre América Latina y España, como la lengua, pero se trata una lengua que se ha hecho mestiza y se ha enriquecido en América. Esa metáfora funciona como una veta necesaria para comprender los procesos independentistas, pero sobre todo la manera como se han construido las identidades en esta región.

Finalmente, el filósofo y consultor Andrés Mejía, examina la cuestión de la gobernabilidad en el pensamiento de Simón Bolívar. Su planteamiento es que en el pensamiento del Libertador no hay relación necesaria entre liberalismo democrático e ingobernabilidad. Por el contrario, esta relación depende de las circunstancias y concretamente de un examen de justificación, que se interroga si las instituciones liberales tienen un efecto benéfico sobre la felicidad y la satisfacción de necesidades humanas como la seguridad, y un examen de viabilidad, que inquiere si tales instituciones pueden adecuarse a la cultura política y otras circunstancias allí donde están llamadas a operar.

Tomados en su conjunto, estos trabajos permiten reflexionar sobre los aportes que disciplinas como la filosofía, con sus formas de construir el conocimiento, pueden hacer al estudio del pasado y, particularmente, al estudio de procesos históricos como la Independencia. Así pues, uno de los aspectos más destacables de la obra es el esfuerzo por realizar un diálogo interdisciplinario. En esta senda, quizás el aporte más notorio pueda verse en la forma como se interrogan textos, tradiciones y relatos históricos desde el rigor conceptual propio de la filosofía y, más en general, de la teoría.

Esa perspectiva particular permite formular preguntas y problemas, así como hacer visibles aspectos que desde las perspectivas convencionales de la historiografía no han sido abordados o lo han sido de otras formas. Veamos sólo dos ejemplos:

El trabajo de Rubiano sobre José Luis Romero aborda los comentarios de este autor al pensamiento de la emancipación desde una perspectiva conceptual, que se distingue claramente del punto de vista historiográfico, pues en lugar de enfatizar el acervo de datos con los que el historiador argentino haya podido contribuir, se enfoca en la forma como concibe la producción misma del conocimiento histórico sobre la relación entre ideas e Independencia.

En un sentido similar, el profesor Gómez García hace una anotación sobre la obra de Bello que permite hasta cierto punto matizar la perspectiva con que se ha leído la historia de las ideas en América Latina, principalmente aquella practicada por el filósofo mexicano Leopoldo Zea, quien sostuvo que el principal problema de la cultura y el pensamiento latinoamericano radicaba en su incapacidad para reconocer su pasado y, a partir de esa asunción, proyectarse hacia el futuro1. La interpretación de Gómez García deja entrever que en Bello había la intención de asumir el pasado colonial e hispánico y tal vez de allí su ambigüedad frente a él: "La nota prerromántica o, si se estima, herediana que cruza el texto de Bello [se refiere al Resumen de la historia de Venezuela (1810)], tanto por la idea que la inspira, como por la especial narración -o la tópica que la acompaña-, es ejemplo de una manera de reunir el viejo ideario peninsular, con sus defectos y virtudes, en el cuerpo histórico de una nación joven, cuyos componentes criollos se exaltan en un momento en que la crisis española se hacía sentir desde 1808" (p. 110).

Desde luego, en el diálogo interdisciplinario que aquí se plantea, también las perspectivas conceptuales, teóricas o filosóficas, podrían aprender del punto de vista historiográfico. Por ejemplo, un aspecto discutible del argumento de Boeckh radica en que asume que ciertas ideas, como las de progreso, modernización, modernidad y desarrollo provenientes de Europa, se pueden aplicar y se han aplicado mecánicamente en el contexto latinoamericano: "Conceptos importados de modernidad y progreso se han turnado al compás de las modas intelectuales sin enraizarse realmente en las realidades latinoamericanas (p. 31-32). Este supuesto, nada nuevo por lo demás, desconoce que necesariamente dichas ideas se "refractan en la realidad ambiente", en este caso latinoamericana, como diría el sociólogo Orlando Fals Borda 2, de acuerdo a factores sociales, culturales, económicos y relaciones de poder propias de la región. Las ideas nunca se aplican mecánicamente, siempre pasan por el tamiz cultural donde son recepcionadas.

En el mismo sentido, el profesor Parra se enfoca en la manera como probablemente los criollos leyeron la discusión sobre la federación y confederación en Estados Unidos, enfatizando una cierta pobreza en la lectura que tenían al desconocer las diferencias entre ambos conceptos. Quizás una perspectiva historiográfica haría de ese desconocimiento su objeto de estudio para preguntarse no por qué tan acertada era su lectura sino, más bien, ¿por qué no se hacían las distinciones que con detalle señala el profesor Parra? o, en otros términos, ¿cuáles eran los intereses políticos que evitaban que se hicieran tales distinciones conceptuales y llevaban a los actores políticos a resaltar otros aspectos?

Citas de pie de página

1 Zea, L. (1976) El pensamiento latinoamericano, Barcelona: Ariel, p. 20.

2 Fals Borda, O. (2008) La subversión en Colombia. El cambio social en la historia, Bogotá: Fica-Cepa, p. 24.